domingo, 25 de marzo de 2012

Cambio de hora

Esta noche a las 2 eran las 3. Cosa la mar de absurda, sí. Convertimos el horario de invierno en horario de verano perdiendo una hora. Hora que recuperaremos en octubre, supuestamente. La hora de menos que ha tenido la noche, la hemos perdido durante el día, más absurdo aún, porque nos hemos levantado una hora más tarde. La realidad es que todos sufriremos una especie de mini jet-lag, porque esta noche aunque nos vayamos a dormir a la hora de siempre, nuestro cuerpo llevará una hora de retraso. Y, por lo que he leido, más o menos en una semana nuestros cuerpos se habrán habituado al nuevo horario. Eso sí, ayer noche o esta mañana, vueltita por toda la casa cambiando la hora de todos los relojes.

Por lo que parece, el cambio de hora supondrá un ahorro en iluminación del 5% del consumo eléctrico en España, según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Lo que equivale a unos 300 millones de euros a precios actuales. De esa cantidad, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles (lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar), mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del sector terciario y en la industria. (Según varios periódicos) Claro, yo he alucinado pensando en que esos 6 euros que corresponden a mi hogar. Aunque pensándolo bien, en Italia todo es más caro, así que yo calculo que en mi caso el cambio de horario me hace ahorrar unos 8 euros. No tengo claro si estos 6 (para España) y 8 euros (para Italia) son mensuales o por factura. Si me pongo en el mejor de los casos, o sea, que me ahorro 8 euros por mes, al año son 96 euros de ahorro al año... Vale, reconozco que en el momento de crisis que estamos viviendo 6 u 8 euros al mes pueden hacer la diferencia, pero vaya, en lo que respecta a la economía doméstica, no veo que compense. Además, la luz que no encendemos por la tarde, la encenderemos durante algunos días por la mañana.

Espero que las empresas sí obtengan un ahorro real, aunque con los horarios alargados de muchas empresas españolas (por no decir todas), en las que la gente se va a su casa cuando ya han quitado las calles, tampoco veo claras las ventajas.

Lo peor en estos casos es para los niños pequeños. Para los bebés, que son auténticos cronómetros de precisión suizos, con las tomas, lo del cambio de hora supone que las madres hagan de todo para entretenerles y recuperar esa hora que baila entre unas tomas y otras. A los niños más mayores es más fácil entretenerlos, se vuelven más flexibles con los horarios de las comidas, pero el horario de sueño es aún más estricto y esas horas perdidas les afectarán bastante. Yo me veo toda esta semana sufriendo el jet-lag de mis hijas, por la mañana las tendré que despertar para ir al cole y llegarán agonizando a la hora de la cena. Pero no pasa nada, les diré que nos ahorramos 8 euros, que no sean tan egoistas y hagan un esfuerzo.

El cambio de horario empezó a generalizarse en 1974 en los países europeos debido a la crisis del petróleo que hubo en el año 73. Desde 1981 es una directiva europea que todos los países de la Unión Europea deben respetar. De acuerdo, pero hay muchas más posibilidades para el ahorro de energía que podrían adoptarse y que, lamentablemente, no se hacen. Por ejemplo, hablando sólo de energía eléctrica: la UE debería dar un plazo de tiempo a los ayuntamientos para que en el alumbrado público se utilizaran exclusivamente bombillas de bajo consumo, promoviéndolo con subvenciones o lo que sea; otro plazo de tiempo para que las empresas que gestionan las autopistas rediseñaran la iluminación de las mismas (algunas parecen pistas de aterrizaje de lo superiluminadas que están); establecer horarios más restrictivos en la iluminación de monumentos y edificios históricos (que sí, que a mí me encanta la imagen de la Bahía de la Concha iluminada de noche, pero...); y seguro que hay muchas más ideas.

Llegaremos a octubre y nos devolverán la hora que nos han quitado hoy y de nuevo grandes y pequeños notaremos el jet-lag y, si toca una jornada tristona de otoño que no invite al paseo, esa hora de más la perderemos quejándonos de lo larga que se nos ha hecho la mañana o la tarde. Es lo que hay, cada 6 meses, la noche anterior o la mañana siguiente, vueltita por toda la casa cambiando la hora de todos los relojes...

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