sábado, 17 de marzo de 2012

Mi mundo en una postal

El año pasado leímos en el curso de italiano "I sette messaggeri" (Los siete mensajeros) de Dino Buzzati. Habla de un principe que deja su reino y su antigua vida para intentar alcanzar los confines del reino de su padre que, quizás, nunca encontrará y de los siete mensajeros que utiliza para enviar y recibir noticias del reino. La falta de referencias de tiempo y lugar confieren al relato un carácter simbólico y fantástico. Partiendo de este relato y su simbología, teníamos que escribir nuestro viaje simbólico. Aquí está el mío. Creo que cualquiera que haya cambiado de ciudad se verá reflejado en él.

Mi traslado de San Sebastián a Tarragona supuso un gran cambio en mi vida. A parte de otro tipo de connotaciones que no vienen al caso, me hizo entender que, allí donde vas, puedes crear “tu mundo” de nuevo. Me explico, cuando me fui de San Sebastián, mi mente hizo una foto de “mi mundo”, ése que yo había creado a lo largo de los años con mi familia, mis amigos, mi trabajo, los paisajes, los aromas, colores, sabores, ruidos,… Una especie de postal de “mi mundo”. Y me fui con la sensación de que “mi mundo” permanecería así: quieto, congelado, esperando mi vuelta.

Obviamente no fue así. Los que me querían, no se olvidaron de mí, pero llenaron el tiempo y el espacio que yo ocupaba con otras amistades, amores, trabajos, hijos,… y es lo justo. Cada vez que vuelvo a San Sebastián encuentro nuevas diferencias entre aquella primera postal y lo que veo en ese momento. Ni siquiera los paisajes son los mismos, ni los olores,… nada. Todo cambia. Y todos cambian. El que estaba soltero, se casó; la que estaba casada, se ha separado,…

Pero no lo digo con tristeza, en absoluto, me di cuenta en seguida de que sus vidas no podían permanecer paradas mientras yo estaba fuera. Y de hecho, ni siquiera mi vida se paró, no me cerré ni me quedé en casa pensando en “mi mundo” perdido o que dejaba atrás. Y empecé a crear un nuevo “mi mundo” en Tarragona, diferente al que había construido en San Sebastián, pero también mío.

Y cuando nos trasladamos a Italia, otra vez, mi mente hizo una foto de “mi mundo”, una nueva postal. Pero, esta vez, sé que cuando vuelva no encontraré las mismas cosas; algunas sí y otras no: gente que seguirá allí, otros que se habrán ido,… nuevos cambios. Al final, otro “mi mundo” que terminaba y que daba paso al que empecé a construir aquí.

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