martes, 16 de abril de 2013

El primer beso

"La experiencia nos enseña que
amar no significa en absoluto mirarnos el uno al otro,
sino mirar juntos en la misma dirección."
Saint-Exupéry

Esta entrada es una deuda que tengo hace tiempo y es que mi marido se "picó" un poquillo cuando escribí la entrada "Me robó un beso" (http://elarcondelasmilcosas.blogspot.com.es/2012/03/me-robo-un-beso.html). En realidad, se picó entonces, pero también se había picado cuando lo escribí en italiano para mi curso un año antes: "Pues hala, vete a buscarlo a Estonia para que te dé otro beso inesperado y sorprendente", me dijo (:-D.
 
El caso es que hoy hace diecinueve años que nos dimos nuestro primer beso... que se dice pronto, pero es media vida (al menos en nuestro caso). Si alguien espera una entrada romanticona tipo oda al amor en la que yo destile miel por todos los poros de mi piel, ya puede ir dejando de leer. El azúcar, la miel y el romanticismo me lo reservo para él, en persona, jeje.
 
Imagen tomada de www.alergias.net... sí, un sitio
un poco raro para tener una foto de un beso
 
Diecinueve años no es un aniversario redondo, podría haber esperado al año que viene, pero mira, para ser diferente, voy a recordar hoy ese primer beso. Fuimos muy clásicos, la verdad, nos lo dimos un sábado por la noche en el portal de casa de mis padres, después de que él me acompañara. Pero no por clásico, dejó de ser un primer beso inolvidable (vaya eso por delante), deseado y esperado, pero también especial porque, visto ahora desde la distancia de todos estos años, fue el primer paso del largo camino que ya hemos recorrido.
 
Si alguien duda sobre si estamos como el primer día, pues no, por Dios, entonces éramos dos "pipiolos" (como diría nuestra amiga Mónica) y hemos ido madurando y aprendiendo. Hablando con una amiga italiana, llegamos a la conclusión de que las parejas que duran son aquellas que se aguantan mutuamente. ¡Ojo!, que no me refiero a aguantar todo lo que nos echen, no, no, me refiero a que si en casa tienes una persona que te sostiene, te sustenta, no te deja caer (primera acepción de aguantar en el diccionario de la RAE) y te apoya y que, a pesar de todos tus defectos, tus manías y tus cambios de humor, te soporta, te tolera (cuarta acepción de aguantar en el diccionario de la RAE) y te acepta como eres, sin intentar cambiarte, entonces ya hay muchas posibilidades de que esa relación dure. Él es un amigo en el que confiar y del que fiarse, un compañero de viaje y de vida, un apoyo incondicional, un amante-marido y un padre estupendo para nuestras peques que posee otras muchas cualidades que lo han convertido en el hombre perfecto para mí, es el hombre que me aguanta. Y todo esto lo he ido descubriendo a lo largo de estos años. No me importa dónde, ni cómo, ni nada más, sólo me importa estar con él. Y yo espero haber estado a la altura ;-)

Ese primer beso que nos dimos forma parte de los cimientos de nuestra historia. Historia que me gustaría que fuera interminable. TQMMMM

lunes, 15 de abril de 2013

Ojos que no ven...

Ayer hizo un día estupendo, así que aprovechamos el paseíto de domingo por la mañana para estar un rato en la playa. Mientras volvíamos, las peques se adelantaban y se escondían en cada esquina para darnos un susto. Cuando llegábamos a la última esquina antes de casa, mi marido y yo nos cogimos de la cintura y nos besamos, llegamos a la esquina y tras el susto, nos soltamos.


Entramos en el portal y de ahí al ascensor. Ruth, la mayor, nos miró y nos dijo:
- Os he visto - con cara de mosqueo.
- ¿Qué has visto? - le preguntó Papá.
- Que me he dado cuenta de que, cuando nos hemos escondido, os habéis abrazado y os habéis dado un besito - le respondió con los brazos cruzados.
- ¡Ah, sí! - me reí - ¿Es que no podemos?
- Sí, pero cuando no estemos nosotras delante, cuando estéis cenando y ya estemos en la cama - su nivel de cabreo acababa de alcanzar un punto importante - ¿Yo en que hablo? ¡Eh! ¿En chino? - esta es precisamente la fórmula que uso yo cuando les digo algo, no me hacen caso y se lo tengo que repetir.
- ¡Ay, es verdad! - puse cara de ¡uy qué cabeza la mía! y me llevé la mano a la frente - Que no te gusta que Papá y Mamá nos demos besos.
- Los que se quieren, se dan besos - intentó convencerla Papá.
 
Ya estábamos en nuestro piso y las puertas del ascensor se abrieron. Ruth miró hacia el techo del ascensor y suspiró, sólo le faltó decirnos: "Que no lo tenga que repetir". Y es que hace tiempo que venimos discutiendo sobre a quién pertenecen Papá y Mamá y hemos quedado en que los dos somos un poquito de ellas y un poquito cada uno del otro. Pero, lo entiendo, de ahí a que nos estemos besando delante de ellas... que una cosa es la teoría y otra la práctica y ojos que no ven...

martes, 2 de abril de 2013

DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL

Hoy es el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Es a esta edad cuando nacen los lectores. Si acostumbramos a nuestros pequeños a leer un poco cada día y les enseñamos a vivir la lectura como una aventura, cuando sean mayores continuarán leyendo y se convertirán en personas con más criterio y mejor informadas... y, de paso, menos manipulables. Para celebrarlo, comparto con todos la historia que escribí junto a los compañeros de clase de mi hija mayor, niños y niñas de 5 y 6 años de una escuela pública de Tarragona. Y, ya que es un colegio público, aprovecho el post para defender la educación pública:
ESCUELA PÚBLICA DE TODOS Y PARA TODOS
ESCOLA PUBLICA DE TOTS I PER A TOTS


Aquí va la historia:

UN CANÍBAL CON MUCHA HAMBRE

En la selva de Sudamérica vivía un caníbal que se llamaba Otto. Como en la selva hace mucho calor, no llevaba ropa, sólo se ponía un taparrabos, que es como un calzoncillo, para taparse un poco.

Un día se levantó con mucha hambre y decidió irse a cazar. Cogió su lanza y se adentró en la selva en busca de alguien a quien comerse. Tenía tanta hambre que las tripas le hacían ruido y todo. De repente vio que, por el camino, venía toda la clase de los Egipcis con las señoritas Maite y Laura que habían ido de excursión a la selva.


-          ¡Qué suerte tengo! –pensó Otto– Son un montón, así que me los comeré a todos y ya no tendré hambre en muchos días.

Se escondió muy bien detrás de unas plantas y cuando pasaban por su lado dio un salto y gritó:

-          ¡Aaaaaah! ¡Venid aquí que os voy a comer!


Imagen tomada de www.taringa.net
-          ¡No, no nos comas! –le pidieron los Egipcis.

-          Claro que sí, que tengo mucha hambre y a mí me gusta comer gente –les explicó Otto.

-          Pero hombre, si hay cosas mucho más ricas para comer que nosotros.

-          ¿En serio? –Otto no se lo creía.

-          Pues claro: el pollo, las aceitunas, los helados,…

-          No, no, a mí eso no me gusta –protestó Otto, diciendo que no con la cabeza.

-          Pero, ¿los has probado? –le preguntaron los Egipcis.

-          ¡Uy! Nooooo –dijo Otto con un poco de vergüenza.

-          ¡Anda! Pues nosotros llevamos en las mochilas algunas cosas que nos han preparado nuestras madres y te vamos a dejar que las pruebes.

Los Egipcis abrieron sus mochilas y empezaron a sacar lo que llevaban para comer. Óscar llevaba una hamburguesa y patatas con kétchup; Pau tenía unos nuggets y Jordi, una manzana; Raquel sacó las galletas con quesitos y Eva, los cereales; Andrea ofreció a Otto sus bolitas de chocolate y Ariadna, un poco de lechuga; Ruth U. compartió su bocata con el caníbal e Yvet su pa amb tomàquet; Martina le dio un trozo de su bocadillo de tortilla y unas onzas de chocolate negro; María le dejó probar un trozo de pastel y Lucas le enseñó cómo se come un helado antes de que se derrita; Enar le convenció para que probara las verduras y luego Otto le dio un gran mordisco al Frankfurt de Pablo; Júlia A. le dio la mitad de sus galletas y Arnau, un donut de chocolate y también probó el bikini de jamón serrano de Júlia O. Le tuvieron que enseñar a usar la cuchara para probar la macedonia de Aina y las natillas de Ferrán y a usar el tenedor para comer la ensalada de Carla, el pollo que tenía Bruno y los macarrones de Biel. Se bebió casi de un trago medio Cacaolat de Lucía. De la sandía de Ruth S. se comió hasta las pepitas y se tragó casi de un bocado el cerdo que llevaba Roger en la mochila. Para la ensalada de pasta de Laura y la tortilla de patatas de Maite casi no le quedaba hambre, pero las probó, para saber si también estaban ricas.

Con la barriga más llena que nunca, Otto les dijo:

-          Oye, teníais razón, toda esta comida está muy buena, todo me ha gustado mucho.

-          Ya te lo decíamos nosotros –le dijeron los Egipcis.

-          ¿Sabéis lo que se me está ocurriendo? –les preguntó Otto– Que como en Tarragona tenéis unas comidas tan ricas, creo que voy a dejar de ser un caníbal y me voy a ir a vivir allí, ¿qué os parece?

-          ¡Anda! Pues estupendo, así podrás venir a nuestra escuela de L’Arrabassada, que un día te invitaremos a comer en el comedor.

-          ¿Sólo un día? Yo creo que tendré que ir más, porque no sé escribir ni leer y quiero que me enseñen en vuestra escuela.

-          ¡Vale! Pero tendrás que comprarte ropa porque al cole se va vestido y con bata.

-          ¡Vale, no hay problema! –dijo Otto muy contento.

Otto dejó la lanza en su cabaña, porque ya no tendría que cazar más, y se fue con los Egipcis a Tarragona.

Aventura nacida de la imaginación de los alumnos de la clase de P5A Egipcis (Óscar, Pau, Jordi, Raquel, Eva, Andrea, Ariadna, Ruth U., Yvet, Martina, María, Lucas, Pablo, Júlia A., Arnau, Júlia O., Aina, Ferrán, Carla, Enar, Bruno, Biel, Lucía, Roger y Ruth S.) con la colaboración de las profesoras Maite y Laura y de Yolanda Gil (mamá de Ruth S.)

Tarragona, 08 de febrero de 2013