domingo, 17 de mayo de 2015

FIN DE CURSO

El fin de curso se nos echa encima a toda velocidad. Yo no había caído, pero hace un par de días una amiga sacó el tema de los regalos de fin de curso para las profesoras, porque en la clase de su hijo ya estaban en ello y lo que habían propuesto no le gusta. Yo haría un detallito y ya, pero a la gente le gusta complicarse y acaba poniéndose en marcha una maquinaria que, en fin... El caso es que algunas madres pierden el norte cuando hay que decidir qué se le regala.

Foto tomada de www.zonaregalo.com

Sí, para nosotras nuestros pequeños son los mejores, los más simpáticos, los más especiales y los que mejor dibujan. Pero eso, para nosotras y, como mucho, para sus abuelitas y sus tías. Pero, ¿para su seño? Lo dudo. Por sus manos han pasado y pasarán cientos de niños a lo largo de los años y de algunos se acordará siempre, por diferentes motivos, y otros serán olvidados sin remedio. Y esto es así porque las seños, además de seños, son personas. ¿Quién se acuerda de todos sus compañeros de colegio o de todos sus profesores? Nadie, sólo se recuerdan aquellos que dejaron huella, buena o mala. Y la huella en la seño tendrían que dejarla nuestros peques, no las mamás.

Y a ver qué tipo de huella queremos dejar en la seño, porque yo creo que, llegado junio, igual tendrá ganas de dejar de ver cada día a nuestros pequeños diablos y dudo que le apetezca desayunar con una taza con las fotos de los veinticinco (dejémosle hacer borrón y cuenta nueva en vacaciones, es como si a ti tus compañeros de trabajo te regalaran una taza con sus fotos, ideal, lo que se llama un desayuno motivador); dudo también de que se vaya a la playa con una camiseta con la foto del grupo y escrito algo así como “La Clase de los Trogloditas 2014-15 nunca te olvidará” (sí, a todos nos gusta tener una camiseta que no sacamos a la calle ni para bajar la basura y que usamos el día que hacemos limpieza en casa); o de que, cuando salga de fiesta toda arreglada, se ponga un brazalete o un colgante con los nombres de veinticinco niños que no son suyos (sí, seguramente no tendrá otra joya que lucir); o de que dedique un solo segundo de su tiempo futuro a echar un vistazo a los dibujos que le hicieron sus niños de aquel año cuando ya estuvo nueve meses mirando las obras de los artistas Trogloditas (además, los pisos de hoy en día son pequeños, esa recopilación de dibujos acabará, en el mejor de los casos, en una caja en el trastero).

Cuando vivíamos en Italia las seños del cole habían pedido hacía un par de años que no se les hiciera regalo a ellas, sino que se comprara algo para el cole (si aquí la Escuela Pública está mal, allá, no lo cuento). Se juntaba el dinero de los tres cursos de infantil y se compraba lo que necesitaran. Gran idea. No sé si es que pensaron que era mejor invertir el dinero en cosas que luego revirtieran en los niños o es que ya no tenían sitio en casa para regalitos…

Yo tengo una mente retorcida que inventa mucho y me imagino al claustro de profesores, el día del festival de fin de curso, organizando un concurso del regalo más “original” y al ganador, como premio de consolación, le pagan entre todos los demás profesores la comida de fin de curso. Pero no, estas cosas pasan sólo en mi imaginación, seguro que a ellos/as les hacen gracia esos regalos.

Bromas aparte, no solemos conocer los gustos personales de las seños, de ahí que bolsos, foulards, bisutería, perfumes… puedan gustar o no. Un ramo de flores o una plantita (aunque la planta ya roza el problema, no todo el mundo tiene la paciencia para cuidarlas) y una postal con las firmas de los niños (si hay algún papá o mamá con el tiempo, la imaginación o los medios para hacerla en plan bonita, genial) agradecen tan bien el trabajo de las seños como cualquier otra cosa. Y si queremos gastarnos el dinero, bueno, pero que el regalo sea versátil: cajas de experiencias (spa, cena o noche de hotel, por ejemplo) o tarjetas regalo para que se compre lo que prefiera. Eso sí que sería un recuerdo estupendo de la clase.