Hoy habría sido su cumpleaños… Si tía
Tere no nos hubiera dejado hace seis meses. Desde entonces no hay día que no la
recuerde. Todo fue tan inesperado que nos costó aceptarlo. Ella era una luchadora
y ahora, con el paso de los meses, comprendo que, para arrebatárnosla, la
muerte le mandara aquello ante lo que no tuvo ninguna opción de luchar. El
dolor y la rabia han dado paso a los recuerdos, a los buenos recuerdos que
tengo de ella. La recuerdo en la casa de Bailo cantando jotas con Alba,
imitando a Lina Morgan haciendo reír a abuelita, remangada fregando los
cacharros de la cena de Nochebuena,… Nunca olvidaré los disfraces que nos cosía
para Carnaval, lo cargado que traían el coche cuando venían de vacaciones al
pueblo, que los primeros pendientes de mis hijas se los compró ella…
Se hacía querer y nos quería con
locura. Aitor, cuando era pequeño, la imitaba cuando le decíamos: “¿Cómo te
hace tía Tere?”, entonces daba un grito y se agarraba de los mofletes. Porque
tía Tere no podía aguantarse de achuchar a nuestros peques. “¡Ay, pero qué
sobrina tengo!”, me decía orgullosa cuando le contaba que me habían publicado
algo. Y seguro que allí donde esté se habrá alegrado cuando me saqué el nivel C
de catalán, ella que llegó a trabajar a Barcelona y lo aprendió porque su jefe
le dijo que si lo hacía, le pagaría más.
Era detallista, siempre se acordaba
de todos, como cuando nos casamos y trajo unos regalos para mis padres y mis
suegros para que se los diéramos como agradecimiento. O como cuando nació Ruth,
nos mandaron a casa el día del cumpleaños de José Luis y ella vino a conocer a
la peque y trajo una tarta para él donde decía “Felicidades Papá”.
Estos son sólo algunos de los recuerdos que tengo de ella, aunque son muchos más, y este blog no daría para meterlos todos. Dejó un gran vacío en nuestras vidas.
Pero siempre la llevaremos en el corazón. Te echo de menos, tía. Te mando un
beso y un te quiero enorme a esa estrella a la que te fuiste a vivir, como dice
Dante.