jueves, 6 de abril de 2017

Carretera a ninguna parte

Desde la terraza de mi cocina veo un antiguo tramo de la A7, la carretera de circunvalación de Tarragona. Allá por 2009-2010 se convirtió en un lugar abandonado. La expansión de la ciudad pedía el segundo cinturón, así que se ejecutó la obra más allá de las instalaciones del Nàstic y este tramo quedó sin derruir por problemas de titularidad u otras historias con las que las administraciones públicas nos toman el pelo habitualmente.

Aún recuerdo el ruido constante del tráfico que, al cabo de unas semanas de vivir aquí, interiorizamos de tal manera que ya ni percibíamos. Y el atasco que se formaba a la hora de comer y a última hora de la tarde, ya que terminaba unos cientos de metros más abajo en una rotonda que llevaba a la carretera nacional. Un cuello de botella. Y hablo con conocimiento de causa, que estuve atascada cientos de veces, con el balcón de mi casa al alcance de mi mano (la carretera está a unos pocos metros de nuestro edificio).

Me alegré de librarme para siempre de los atascos y pensé que se convertiría en una carretera muerta, en un cadáver de hormigón y brea que iría deteriorándose. Pero no. Al poco de dejar de pasar vehículos por ella, hierbas y plantas empezaron a brotar entre las grietas de la calzada y varios conejos, cuyas madrigueras debían de estar en los márgenes de la carretera, hicieron suyo el territorio.

Uno de los conejos que habitaban o habitan la zona
Al principio, campaban a sus anchas a cualquier hora del día. Pero con el paso del tiempo sólo se les veía dando saltos si se madrugaba, ya que mucha gente del barrio empezó a aprovechar el tramo de asfalto para pasear y dejar correr libres a sus perros. Yo hace tiempo que no los veo, meses, igual es que no madrugo lo suficiente o que no miro tanto hacia la calle o igual han encontrado una madriguera mejor... Desde entonces, como digo, sirve para que los perretes del barrio tengan un lugar en el que correr sueltos sin que a nadie le moleste. Pero la gente no sólo le encontró esta utilidad. Una carretera a ninguna parte es un lugar donde enseñar a los niños a ir en bici sin rueditas, donde echar petardos y encender tracas sin peligro la noche de San Juan, donde conducir un coche infantil a batería o un fondo original en el que hacer fotos o grabar un vídeo. En todos estos años he visto posando allí a modelos femeninos y masculinos; a un saxofonista y a un guitarrista para, supongo, ilustrar los libretos de sus maquetas; a un tipo en una motaza que iba de arriba a abajo al que grababan desde dos coches; a un grupo de rock que montó toda su parafernalia sobre el asfalto y repetían una otra vez la misma canción mientras un equipo técnico los grababa; y últimamente veo muchas adolescentes (¿o son preadolescentes? Porque yo no creo que tengan más de 13 o 14 años) que también vienen a hacerse fotos en la carretera. Imagino que éstas ya no usarán la palabra "guay" sino "guapo", "cool", "trendy" o a saber qué término, pero supongo que será "guapo" poner en tu perfil de cualquier red social una foto hecha en una carretera a ninguna parte.

Un buen día, no hace ni dos años, aparecieron unos operarios que pintaron en el suelo unas rayas de aparcamiento. ¿Por qué no aprovechar ese espacio "muerto" para que los aficionados que cada dos semanas vienen al partido del Nàstic puedan aparcar? Bien pensado, sí, alivia de coches las calles del barrio. Pero qué curioso que de esta manera el círculo se ha cerrado y, cada quince días, el tráfico lento ha vuelto a la carretera vieja: desde una hora antes del partido y hasta media hora después.

La carretera con las rayas de aparcamiento a día de hoy. Detrás de
las instalaciones del Club Gimnàstic de Tarragona se
ven camiones, ése es el tramo que dejó vacío éste.
Hay en el aire un proyecto de desarrollo del barrio. En él parece que este tramo se eliminará y se convertirá en una avenida o algo así. Como el mercado del ladrillo sigue estancado, creo que tendremos carretera para años. Mientras tanto, lo que parecía que quedaría olvidado, seguirá dando oportunidades de uso. Oportunidades que nunca imaginé cuando estaba metida en mi coche, atrapada en el atasco.